miércoles, 30 de julio de 2008

En el hotel

Bartolina estaba peleada con el mundo. Sí atento y puntilloso lector, hablo en femenino, como ya se explico en

Bartolín no es una persona, es un sentimiento, un producto de una psique posiblemente algo enferma, pero sin diagnostico profesional. Por eso, este producto mental que, como diría Freud, proviene en su totalidad de mi ELLO profundo, se mimetiza y como el agua, se adapta y rellena al continente que en cada momento sea más adecuado a la circunstancia narrativa-terapéutica.

Bartolina, trabaja de camarera en un hotel de 2 estrellas y media: camarera de las que arreglan la cama, no de las que te sirven una copa despues de haberse rascado, uno no sabe bien qué, se dedica a hacer habitaciones, y está más que acostumbrada a encontrar cosas de todo tipo: desde subproductos de la especie humana, que se alojan como huéspedes en un hotel en lugar de en un establo, a gente de una pulcritud extrema que se hace su propia cama, o tal vez gente demasiado escrupulosa que no quiere que otra mano toque las sábanas donde posa su cuerpo.

También ha visto mas de una vez habitaciones fantasma, alquiladas, no sabe para que pues sus huéspedes no han dormido en ella ni una sola noche.

Bartolina tiene una enfermedad contagiosa en la sangre, y achaca esta desgracia a sus trabajos de limpieza como camarera, aunque no sabe, o no quiere saber, que lo más probable es que la causa sea sus frustados intentos de ser actriz, y lo que llegó a hacer para conseguir un corto en la película de ese hombre lánguido y de mirada perdida que decía ser director en su país.

Todo el odio que tiene Bartolina con el mundo lo paga, por tanto, con los clientes de las habitaciones a que atiende, sin importarle su edad sexo ni religión.



Y no, querido lector, esta vez usted se equivoca, no lo hace limpiando el inodoro con el cepillo de dientes del huésped de turno, en tal caso no se destacaría frente al resto de sus compañeras.
Su proceder es bien distinto: si se trata de un huésped femenino, y lleva tampones en su bolsa de aseo, introduce su aplicador cuidadosamente en su enfermo coño, para que se impregne de fluidos y lo guarda, a continuación, dejándolo de manerainapreciable en la caja. En caso negativo directamente se ensañará con la barra de labios, trabajo que le resulta más costoso y por ende mucho más placentero. Por el contrario, si se trata de un cliente masculino, ataca directamente a sus enseres de afeitado, se pincha un dedo con un alfiler que lleva prendido en la bata, aprieta el dedo y acaba depositando unas pequeñas gotas de sangre en las cuchillas, o en la maquinilla.

Seguro amable lector que con esto les he vuelto un poco mas paranoicos, cuando se alojen en un hotel.

3 comentarios:

W dijo...

¿Esto tiene algo que ver con el hecho de que estés enfermo y acabes de volver de vacaciones?

J2.0 dijo...

Realmente se podria decir que si, la inspiracion me ha venido en vacaciones, y la enfermedad no es el trancazo que tengo. Es parte de mis neuras.

Jincaman dijo...

Madre mía.

Vaya Ud a saber que le han hecho a j2.0 en Ibissa. Os dejo un enlace revelador de las andanzas del señor por alli. Video Robado | El búho ataca (version freak)