miércoles, 16 de julio de 2008

Calcetines

Puede que si eres fan de Kevin Costner te sientas decepcionado porque este no sea un relato sobre el antes y después del encuentro entre éste y aquel magnifico lobo de bailando con idems. Sin embargo si eres de los que reniegan de Kevin, aunque en concreto, en esta película, he de decir que me gustó, podrán respirar aliviados porque esto no es más que otro relato de nuestro Bartolín.

El verano era la estación más odiada por Bartolín, no porque el termómetro le hiciera sudar más que de costumbre o porque sus vecinas, una vez acabadas las clases se marcharan a sus respectivos pueblos ,dejándole sin su vistazo diario a la cuerda de la ropa tendida. No, tampoco lo odiaba porque su coche pareciese una sauna filandesa cada vez que se montaba en él a las 4 de la tarde, ni siquiera porque el constante cambio de temperaturas al entrar y salir de edificios con aire le produjera un constante picazón de garganta.

Su odio se debía a algo mucho más trivial: En verano las mujeres dejaban de usar calcetines, porque llevaban sus pies desnudos, se empeñaban en caminar sobre una pequeña tabla de madera,plástico o esparto, sujetas únicamente por un pacto entre sus dedos índice y pulgar, para evitar pisar el suelo desnudos. Incluso algunas osaban a cometer el sacrilegio de pintárselas, qué sería lo próximo, se preguntaba, dejárselas largas y limarselas para darles forma de pico?.

Ahora se tenía que contentar con ir a los mercadillos a rebuscar entre los puestos de ropa y deleitar su mirada mientras alguna chica manoseaba un pack de calcetines horteras con dibujos de Mafalda y corazones rosa palo. Otros días iba a algún centro comercial y les pedía a las dependientas si le podían enseñar calcetines de mujer para un "regalo", pero cuando les pedía amablemente, que si no les importaba, metiera su mano dentro, para ver cómo quedaban, solía ser reprobado con la mirada, y en ocasiones ignorado o incluso insultado. El grado de rechazo solía ser directamente proporcional a lo lasciva que fuese su voz y su mirada ese día.

En cuanto llegaba el frió o la lluvia, corría a cualquier zapatería o a una tienda de ropa con probadores mixtos, pero no con la más que comprensible intención de mirar por una rendija de cortina mal cerrada. Eso a él le daba igual e incluso prefería los probadores con puertas, como los de la planta joven de algún centro comercial, porque, a diferencia de muchas cortinas, nunca solían llegar hasta el suelo y le regalaban la tan ansiada visión: los pies descalzos de una chica desnudos, pero a la vez vestidos con unos calcetines de fantasía,de pie sobre el suelo, sin saber que están siendo observados, moviéndose despaciosamente (siempre quise usar esta palabra) mientras ella se probaba ropa.

2 comentarios:

W dijo...

El recurso de empezar con algo tan cutre como Kevin Costner puede calificarse como afloramiento de maestría en según qué casos.

¿Sabías que Bailando con Lobos es la película favorita de Aznar y Espe Aguirre?

Jincaman dijo...

Si lo lee el Señor de los Calcetines, se cabreará :)

Será porque soy un clasicón, pero eso de que el post tenga los tres actos bien definidos me ha gustado.

Ale sigue así.

Bailando con Lobos es otra de las grandes películas fetiche del Monstruo de los Tazones Gigantes.